Vikingos en Sevilla

LOS VIKINGOS EN SEVILLA

Introducción

Cuando en Sevilla se habla de Tablada la gente piensa en el aparcamiento de la Feria o quizás en el aeródromo, testigo de gestas aéreas al principio del s. XX. Pero en el año 844 d.c, bajo el nombre de Tablata, esta zona sevillana fue escenario de un choque histórico entre dos pueblos que llegaron a conocerse bien, los Vikingos y Andalusíes.

Aunque estos escandinavos ya visitaban Europa Occidental desde el siglo pasado, es en el verano de 844 cuando deciden dejarse ver por nuestras costas. Previamente a ésta incursión, los primeros en conocerlos fueron los reinos cristianos del norte de la Península, pero no tardó Al-Andalus en recibir a estos nuevos visitantes. Ya en Lisboa dejaron claras sus intenciones, saqueándola durante 13 días. El caíd (gobernador) de la ciudad avisó a Córdoba de las malas intenciones de estas gentes de marpero el Emir Abd al-Rahman II desoyó dichas advertencias. Así pues, los Vikingos, mayüs[1] (magos), así apodados por los andalusíes, se presentaron en la desembocadura del Guadalquivir con unas 80 naves, aproximadamente unos 1000 hombres, con unas intenciones para nada amigables con la población Andalusí. Cabe recordar que el nombre de este río significa Río Grande (al-wādi al-kabīr, «el río grande»), por lo que sus características navegables presentaba un entorno favorable para este tipo de incursiones.

La invasión

En Septiembre arriban en Qabpil (Isla Menor), en la que permanecen varios días asentados en un campamento, y de allí pasarán a Coria del Río eliminando prácticamente a toda su población con la finalidad que no dieran voces de alarma a la ciudad de Sevilla frente al ataque que se avecinaba. Cuenta Ibn al-Qutiyya que el 1 de Octubre entran en Sevilla, y según las crónicas de  Al-Udri, narra que durante 3 días asediaron y arrasaron la ciudad con sus habitantes, sin que fuera posible calcular el número de víctimas y cautivos, solo algunos pudieron huir en gran parte hacia Carmona y los montes de Sevilla Al-Xaraf (Aljarafe, Al Alá -Xaraf Jardines). Como muestra de éste ataque, se registró el intento normando de quemar la recién estrenada mezquita mayor de Ibn Adabbas, actual iglesia de El Salvador. Tras la caída de Sevilla, el Emir Abd al-Rahman II organizó sus tropas para reconquistarla  bajo el mando de Ibn Rustum, apoyada por tropas de Musa b. Qasi, consiguiendo estabilizar la situación.

Tras varias escaramuzas, no es hasta Noviembre de ese mismo año en el que se produce un encuentro definitivo en la zona de Tablada, en la que los andalusíes logran una importante victoria eliminando cerca de 500 vikingos y apresados 4 de sus barcos, siendo la gran mayoría quemados por “Fuego Griego” (líquido incendiario impulsado por catapultas), según Al-Udri, para aleccionarlos y dar ejemplo crucificaron y ahorcaron a muchos de ellos en las palmeras de Tablada, permitiéndoles abandonar la ciudad a algunos para que contasen que había ocurrido y no se atrevieran a regresar más. Aún así, no se van dar por vencidos y los supervivientes junto otros contingentes que estaban practicando razzias en la zona de Niebla. continuaron sus incursiones por la zona. Finalmente se registró un último ataque en la zona mientras descendían por el Guadalquivir, el ataque a Medina-Sidonia, saliendo victoriosos los Andalusíes obligándolos a huir a los beliciosos normandos con 15 naves hacia el Golfo de Cádiz  realizando una última visita a Lisboa en su viaje de regreso a tierras norteñas.

Consecuencias

No exageramos al definir este acontecimiento como un auténtico shock para Al-Andalús, tal es así, que las autoridades se vieron impelidas a tomar una serie de medidas tanto en Sevilla como en toda la costa bajo su control.

Para Sevilla significó la creación de unas atarazanas y de la construcción de una muralla que guardara el centro urbano, pues la defensa más importante sería una fortaleza que se situaba en los actuales Reales Alcázares.

Más allá de Isbiliya (nombre musulmán de Sevilla), Abd al-Rahman II ordenó contratar a gentes de mar y construir barcos en estas atarazanas para atacar posibles ataques posteriores y también un serie de torres-vigías en la costa para avisar de la arribada de estos molestos visitantes. Gracias a estas precauciones, fue repelido el ataque viknigo de 859 en la propia desembocadura del Guadalquivir, quemándole algunas de sus naves y forzando su marcha.

 

Contrasta esto último con lo ocurrido en otras partes de Europa y aunque los mayus siguieron visitando nuestra tierra, la reacción estatal y las medidas tomadas desde Córdoba pusieron las cosas muy difíciles a estos aventureros navegantes, auténticos piratas.

Bibliografía

I Jornadas de Jóvenes Investigadores en Arqueología, Libro I. Ollero de Landáburu, Gonzalo: La huella arqueológica de los vikingos en la Península Ibérica. Análisis de las dos primeras oleadas del s. IX.

Espinar Moreno, Manuel; Robles Delgado, Alberto y Abellán Santisteban, José . Los vikingos en la Historia, 2. (Granada: Libros EPCCM Estudios, Historia Medieval, 2015).

Historia de Andalucía I, de Tartessos al Islam ( - 1031). (Barcelona: Planeta, 1982), 235 – 238.

Scheen, Rolf (1996). Vikings raids on the Spanish Peninsula. Militaria. Revista de cultura militar (Universidad Complutense de Madrid), 67-88.

Scheen, Rolf (1996). “Vikings raids on the Spanish Peninsula”. Militaria. Revista de cultura militar (Universidad Complutense de Madrid), 1.

http://proteccioncivilcoriadelrio.blogspot.com/2011/10/el-ataque-vikingo-sevilla.html

 

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